viernes, 4 de abril de 2014

El Sexenio Democrático (1868-1874): El reinado de Amadeo I y la I República





Los progresistas, liderados por el general Prim, firmaron el Pacto de Ostende (1866) con unionistas y demócratas con el objetivo de derrocar a la reina Isabel II e implantar el sufragio universal. La crisis económica y el descontento político contra los impopulares y corruptos moderados desencadenaron la revolución. En septiembre de 1868 el unionista almirante Topete se pronunció en Cádiz junto a Prim y el general Serrano, al frente de la Unión Liberal desde 1867. La sublevación fue apoyada por las Juntas revolucionarias que se organizaron en las grandes ciudades, la mayoría dirigidas por los demócratas, partidarios del sufragio universal, amplias libertades (de culto, de asociación etc.) y la supresión de los odiados consumos y de las quintas. La revolución de 1868, llamada Gloriosa, triunfó con rapidez en el país ya que sólo se opusieron algunos moderados que formaban la camarilla de la reina. Derrotados éstos en la batalla de Alcolea, la reina Isabel II perdió el trono y se exilió a Francia.

Comenzó el llamado Sexenio Democrático (1868-74) que pasará por varias etapas.

1. El Gobierno Provisional (1868-1871):


Tras la revolución se formó un Gobierno Provisional presidido por el general Serrano y compuesto por unionistas y progresistas, con Prim al frente del Ministerio de la Guerra. El nuevo gobierno convocó elecciones a Cortes Constituyentes por sufragio universal, que fueron ganadas por los progresistas. Las Juntas revolucionarias fueron disueltas y los demócratas se escindieron en dos facciones: los dispuestos a colaborar con el Gobierno (fuera monarquía o república) y los que querían una república federal. El Gobierno Provisional eliminó los consumos como deseaban las clases populares pero no las quintas.

Al año siguiente se aprobó la Constitución de 1869, cuyas principales características eran:

    Soberanía nacional.
    La forma de Estado era la monarquía democrática pero se recortaban las atribuciones reales, aún decisivas (disolver las Cortes, libre designación de ministros).
    El poder legislativo  residía en las Cortes bicamerales (Senado  y Congreso), cuyos miembros eran elegidos por sufragio universal masculino para mayores de 25 años. El Senado seguía siendo una cámara de notables.
    El poder ejecutivo  quedaba en manos del Consejo de Ministros.
    El poder judicial lo ejercían los tribunales de justicia y se creó el jurado popular.
    Amplia declaración de derechos (libertad de cultos, de imprenta, de enseñanza etc., reconociéndose por primera vez los de asociación y reunión)
    El Estado se organizaba de forma descentralizada. Los ayuntamientos tenían alcaldes elegidos por los vecinos.

En resumen, era la primera Constitución democrática en España,  inspirada en la de 1812, que recogía los principios progresistas de la Revolución Gloriosa.

Una vez aprobada la Constitución, se inició la Regencia de Serrano y Prim fue nombrado jefe de gobierno. Como se establecía la monarquía y nadie quería a los Borbones,  hubo que buscar un rey  lo que no resultó fácil. Finalmente fue elegido por las Cortes el italiano Amadeo de Saboya el candidato de Prim. El ministro de Hacienda, Figuerola, tomó importantes medidas: estableció la peseta como moneda, promulgó la Ley de Minas, que permitía su venta a empresas privadas- por lo general extranjeras- y  rebajó los aranceles aduaneros para facilitar el librecambismo (arancel Figuerola), aunque no hizo una reforma fiscal.
                              

El Partido Progresista era uno de los dos partidos liberales durante el reinado de Isabel II. Defendía la soberanía nacional, la limitación del poder real, un sufragio censitario más amplio que el de los Moderados y mayores libertades individuales. Apoyado por la pequeña burguesia y  clases medias. Sus líderes fueron los generales Espartero y Prim.

La Unión Liberal era un  partido de centro fundado por el general O´Donnell en 1856.

El Partido Demócrata nació en 1849 como una escisión del Partido Progresista. Defendía el sufragio universal y la soberanía popular, así como amplias libertades, incluidas las de asociación y reunión.

El Partido Moderado era  uno de los dos partidos liberales durante el reinado de Isabel II. Partidario de que el monarca tuviera amplias atribuciones y de un estado confesional católico,  defendía un sufragio censitario muy restringido ya que sus miembros formaban parte de la oligarquía. Su líder fue el general Narváez.

Las quintas eran un servicio militar obligatorio del que se podían librar con dinero.
                              

2. La monarquía democrática de Amadeo I (enero 1871- febrero 1873)


 El mismo día en que el joven rey desembarcaba en Cartagena, Prim fue asesinado. La monarquía democrática no llegó a consolidarse porque Amadeo, pese a su buena voluntad, se encontró con muchos problemas. Carlistas y monárquicos alfonsinos eran enemigos suyos, así como los republicanos. No contaba con apoyos sociales y sí con la oposición de la aristocracia y de la Iglesia. Los progresistas por otra parte estaban divididos entre constitucionalistas de Sagasta y  radicales de Ruiz Zorrilla. Las disensiones con unionistas y demócratas eran cada vez mayores, lo que originaba una gran inestabilidad política. Para agravar la situación estallaron dos guerras: la 3ª carlista y en Cuba. Amadeo, cansado e impotente, abdicó.

3. La Primera República (1873-1874)


Fracasada la monarquía de Amadeo, ante la ausencia de otro candidato monárquico aceptable y tras una votación en Cortes, fue proclamada la Primera República (11 de Febrero de 1873). En las elecciones de mayo los republicanos obtuvieron el 90% de los votos, pero hubo gran abstención.

La República tuvo muchos problemas. Los republicanos, en su mayoría intelectuales y clases medias reformistas, no tenían apenas apoyo social y además estaban divididos en federales – con Pi y Margall  al frente, partidarios de un Estado federal descentralizado - y centralistas, a la vez que los intransigentes promovían la violencia para alcanzar reivindicaciones sociales. Hubo una enorme inestabilidad política, sucediéndose en menos de un año cuatro presidentes (Figueras, Pi y Margall, Salmerón y Castelar). Pi y Margall elaboró un proyecto de constitución (1873) que defendía la República como forma de Estado, el federalismo y la separación de Iglesia y Estado, así como más amplias libertades y derechos ciudadanos, pero no llegó a entrar en vigor. Los republicanos tomaron medidas radicales, como la supresión de los consumos y quintas y de la esclavitud en las islas de Cuba y Puerto Rico, entre otras.

Pero la agitación social era continua. Los campesinos andaluces ocuparon tierras y los obreros organizaron una huelga general en Alcoy.  Seguían las guerras en Cuba y la Tercera Carlista y por último estalló un movimiento insurreccional promovido por los federales intransigentes: el Cantonalismo. En Levante, Murcia y Andalucía se proclamaron cantones independientes y soberanos Cádiz, Algeciras, Málaga, Granada, Castellón y muchos otros. El cantón más importante fue el de Cartagena. Pi y Margall  dimitió, incapaz de controlar la situación sin  traicionar sus principios antimilitaristas. Salmerón recurrió al ejército, que sometió a los cantones. Sólo Cartagena resistió hasta enero de 1874, gracias al apoyo de los marinos.

Tras el cantonalismo, la República federal giró a la derecha y se volvió centralista con Castelar, quién gobernó de forma autoritaria disolviendo las Cortes. Los republicanos federales le forzaron a dimitir. El 3 de enero de 1874, el general Pavía irrumpió en el Congreso y lo disolvió, acabando la Primera República. El golpe de Estado estableció un gobierno autoritario presidido por el general Serrano, quién suspendió la Constitución y los derechos. Cánovas del Castillo, líder del partido alfonsino, preparó la vuelta de los Borbones en la persona de Alfonso, hijo de Isabel II. El general Martínez Campos se pronunció en Sagunto (diciembre de 1874) y Alfonso XII fue declarado rey, comenzando el periodo de la Restauración.

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