viernes, 4 de abril de 2014

La sublevación militar. El desarrollo de la Guerra civil. Evolución política de las dos zonas durante la Guerra civil




España se vio sacudida por una terrible y cruel Guerra Civil que asolaría al país durante tres años (julio 1936- abril 1939). Sus causas son muy complejas. La oligarquía y sus apoyos tradicionales, la Iglesia y el Ejército, se habían opuesto a las reformas intentadas por la Segunda República para modernizar a España y mejorar las condiciones de vida de los más desfavorecidos. Consiguieron paralizarlas en el bienio radical-cedista (1933-36). Las clases populares, en situación económica desesperada por la crisis mundial del 29, reaccionaron violentamente organizando la revolución de 1934 en Asturias y Cataluña. Al tiempo crecía el fascismo en Italia y Alemania. En febrero de 1936 las elecciones las ganó por poco margen el Frente Popular, alianza electoral de los partidos de izquierda, que continuó las reformas. El país se polarizaba entre derechas e izquierdas cada vez más radicalizadas y aumentaba la tensión social. Los republicanos de centro en el poder eran incapaces de asegurar el orden. Las derechas se asustaron por el clima de violencia revolucionaria - común en otros países europeos por entonces -  y vieron en el ejército su única salvación.



La sublevación militar:




En los inicios de la Segunda República fracasó un golpe de Estado militar, liderado por el general Sanjurjo (agosto de 1932). Los militares no aceptaron los resultados electorales de febrero del 36 y juzgaban necesario derribar al gobierno para evitar la anarquía y la ruptura de España por los separatismos. Por ello planearon una conspiración en la que participaban civiles monárquicos, carlistas y falangistas. El director y cerebro de la operación era el general Mola y estaba previsto que Sanjurjo, exiliado en Portugal, tomara el mando de los sublevados. Los pistoleros de Falange, partido de ideas fascistas, contribuyeron creando alarma social con una ola de atentados. José Antonio Primo de Rivera, su líder, fue encarcelado. Las milicias armadas de partidos y sindicatos de izquierda respondieron a los atentados con represalias. El 12 de julio pistoleros falangistas asesinaron al teniente Castillo de la Guardia de Asalto. En respuesta sus enfurecidos compañeros asesinaron a Calvo Sotelo, diputado de extrema derecha. Este hecho fue la excusa para el pronunciamiento militar, iniciado el 17 de julio en Marruecos. Sanjurjo murió al estrellarse el avión que le traía a España y el general Franco, incorporado a la conspiración en el último momento, se trasladó desde Canarias en avión a Marruecos y se puso al frente de la rebelión el 18 de julio de 1936.



Los conspiradores habían planeado un rápido alzamiento seguido de un directorio militar. El pronunciamiento – llamado alzamiento nacional posteriormente por los rebeldes – triunfó en parte del país (Galicia, León, Castilla la Vieja, Navarra, Aragón, Andalucía Occidental, Baleares, Canarias y el protectorado de Marruecos. zonas rurales conservadoras y católicas). Pero fracasó en Cataluña, Levante, la franja cantábrica, el País Vasco (excepto Álava), Extremadura, Madrid, Castilla la Nueva y oriente de Andalucía. La zona fiel a la II República contaba con las grandes ciudades y zonas industriales más importantes de España. El gobierno republicano imprudentemente no supo prevenir la conspiración, intentó negociar con los rebeldes y hasta muy tarde no se atrevió a repartir armas a los trabajadores, lo que habría aplastado el golpe. El fracaso inicial de la sublevación la convirtió en una larga y sangrienta Guerra Civil.

                              



Calvo Sotelo era el brillante líder de Renovación Española, partido monárquico Alfonsino de extrema derecha.



Los británicos tenían importantes inversiones e intereses comerciales en España y veían con simpatía a los nacionalistas, creyendo que los revolucionarios españoles podrían requisar sus propiedades.

                              



El desarrollo de la Guerra Civil.




Tras el pronunciamiento del 18 de julio de 1936, España quedó dividida en dos zonas sin grandes diferencias ni en extensión ni en población entre ambas. La zona republicana disponía de las regiones industriales, las huertas del Levante, la mayoría de la flota y de la aviación y las reservas del Banco de España. Los  rebeldes – llamados “nacionales”-  contaban con las regiones trigueras, las milicias falangistas, los requetés carlistas y sobre todo con los 47.000 soldados del ejército de África, el más profesional, que incluía la Legión y los Regulares indígenas (mercenarios atraídos por el salario y el botín). Era de vital importancia que cruzaran el estrecho de Gibraltar, controlado por la escuadra republicana. Lo lograron a comienzos de agosto gracias a los aviones de la Alemania de Hitler y de la Italia de Mussolini, a quienes Franco solicitó ayuda.



La República también había pedido ayuda internacional, pero las grandes potencias europeas por miedo a que el conflicto derivara en una conflagración europea – especialmente Gran Bretaña, donde gobernaban los conservadores de Chamberlain - acordaron la no injerencia diplomática y militar en un Comité de No Intervención, con sede en Londres, en el que participaron veintisiete países (9 septiembre de 1936). Se prohibió exportar armamento a España, por lo que el gobierno de la República se vio forzado a dirigirse a la Unión Soviética para defenderse. Stalin que apoyaba a los frentes populares frente al fascismo, envió armas (aviones y tanques), alimentos y técnicos militares. Parte de esta ayuda se pagó con las reservas de oro del Banco de España. Una pequeña ayuda llegó de México, presidido por Lázaro Cárdenas.



También ayudaron las Brigadas Internacionales, unidades militares formadas por unos 50.000 voluntarios de todo el mundo (Inglaterra, Francia, EE.UU, Alemania, Italia, Polonia...) que deseaban luchar contra el fascismo en España. La mayoría eran comunistas, ya que las creó la Internacional Comunista en octubre de 1936. Se agrupaban por nacionalidades en brigadas de unos 5000 hombres.



En contraste, los nacionalistas, recibieron ayuda decisiva de la Alemania nazi y la Italia fascista pese al Comité de No Intervención. Alemania envió material bélico muy moderno: carros de combate, artillería, municiones y especialmente su aviación, la Legión Cóndor, unos 6000 hombres. Las ayudas eran a crédito, cobraron con la entrega de minerales y productos estratégicos. Italia envió también armas, municiones y la CTV (Corpo di Truppe Volontaire). La ayuda del Portugal fascista de Salazar fue menor- los voluntarios de la Legión Viriato, y permitió el paso de suministros para los nacionales a través de su frontera.



La Guerra Civil  pasó por las siguientes etapas, en las que la ofensiva estuvo casi siempre en manos de los militares nacionalistas:





1. La “guerra de columnas” (julio- noviembre de 1936).


Los republicanos formaron columnas de milicianos (tropas inexpertas de voluntarios de los partidos y sindicatos de izquierda, armadas por el gobierno y dirigidas por jefes no profesionales). Los rebeldes movieron sus tropas con el objetivo de llegar a Madrid, capital y eje de la resistencia republicana y acabar rápidamente con el conflicto. Las columnas enviadas por Mola desde Navarra fueron  detenidas en la sierra del norte de Madrid. El ejército africano de Franco y Yagüe  avanzaba desde Sevilla, ocupando rápidamente Extremadura, tomando Badajoz y Talavera, en el valle del Tajo. Sembraba el terror a su paso. Franco decidió retrasar su avance sobre Madrid para liberar el Alcázar de Toledo, cuya resistencia fue un símbolo para los nacionales. Las tropas de Mola tomaron Irún, cerrando la frontera con Francia a los republicanos. San Sebastián se rindió poco después (13 de septiembre).



2. La batalla de Madrid (noviembre de 1936- marzo de 1937)


Las fuerzas nacionalistas, dirigidas por el general Varela, llegaron a las afueras de Madrid, cuya caída parecía inminente. El Gobierno se trasladó a Valencia y dejó una Junta de Defensa presidida por el general Miaja, al que se le encomendó la defensa de la ciudad. Las milicias republicanas espontáneas, defendidas por los anarquistas, habían fracasado y se replegaban hacia Madrid. Se hizo necesario crear un ejército popular disciplinado, una idea de los comunistas apoyada por los republicanos y los militares profesionales. El comandante Rojo, gran estratega, con la ayuda de la URSS, de las primeras Brigadas Internacionales y de la  columna anarquista de Durruti detuvo un primer ataque en la Ciudad Universitaria. Bombardeada desde el aire, la capital resistió heroicamente los ataques casi tres años, lo que levantó la moral de los madrileños – al grito de ¡No pasarán! de La Pasionaria. Franco decidió cercar la ciudad en un ataque conjunto: los nacionalistas desde el sur - batalla del Jarama (febrero) - y los italianos por el norte – batalla de Guadalajara (marzo), que acabaron en sendos fracasos. Los republicanos se defendieron heroicamente pero eran incapaces de contraatacar. Los frentes se estabilizaron y se inició una guerra larga, de desgaste.

Las tropas rebeldes del general Queipo de Llano, famoso por sus charlas radiofónicas, tomaron Málaga (febrero de 1937).

                              



Las Brigadas estuvieron dirigidas por los líderes comunistas Longo (italiano) y Marty (francés) y se destacaron especialmente en la defensa de Madrid.  Se retiraron en noviembre de 1938 por imposición de la Sociedad de Naciones.



Los alemanes utilizaron la guerra de España como ensayo para sus operaciones posteriores en la Segunda Guerra Mundial. Su operación más conocida fue el bombardeo de Guernica, Franco, que había consentido el bombardeo,  atribuyó a los vascos el incendio de la ciudad. Picasso inmortalizó este  hecho al criticarlo en su famoso Guernica realizado para el Pabellón de España en la exposición de Paris.

                              



3. La Campaña del Norte (marzo de 1937 - marzo de 1938)


Mola concentró un gran ejército para atacar el norte, aislado del resto del territorio republicano y de gran riqueza minera e industrial. La Legión Cóndor bombardeó Guernica (abril), la primera acción militar contra una población civil desarmada, que se convirtió en un símbolo de los republicanos. Bilbao cayó en junio, luego Santander y Asturias (octubre), con lo que finalizó la toma de la cornisa cantábrica. Los nacionales controlaron zonas industriales y mineras de importancia decisiva. El ejército republicano realizó dos grandes operaciones ofensivas de distracción en otros frentes para retrasar el avance franquista desde el norte: Brunete (Madrid, julio) y Belchite (Zaragoza, agosto). Ambas fracasaron. Consiguieron tomar Teruel (invierno de 1937-38) en unas adversas condiciones climáticas, pero sólo durante un mes.



4. La batalla del Ebro y la toma de Cataluña (marzo de 1938- febrero de 1939)

Avanzando hacia el Mediterráneo y Cataluña, Franco desencadenó una fuerte ofensiva en el frente de  Aragón, llegando a Vinaroz (Castellón) en abril de 1938. El territorio republicano quedó partido e n dos y Cataluña aislada. El ejército republicano en julio de 1938 lanzó una gran ofensiva inesperada, dirigida por el general Rojo y logró cruzar el Ebro. La batalla del Ebro fue la más larga y sangrienta de la guerra; dejó más de 100.000 bajas y duró hasta noviembre de 1938. Franco, que disponía de superioridad en artillería y aviación, rechazó el ataque y alargó innecesariamente la guerra. Con esta estrategia quería destrozar por completo a las tropas enemigas. En noviembre los republicanos volvieron a cruzar el Ebro y Franco conquistó rápidamente Cataluña, lo que supuso un desastre económico para los republicanos, que perdieron más del 50% de su producción industrial. Barcelona cayó en febrero de 1939., Las tropas franquistas alcanzaron la frontera persiguiendo a los que intentaban huir a Francia.



5. El final de la guerra


La guerra estaba prácticamente ganada por los nacionales. Ya sólo resistían Madrid, Valencia, Alicante, Murcia y Almería. El gobierno de Negrín, apoyado por los comunistas, quiso continuar la resistencia a la espera de que estallara la inminente guerra europea. Pero el ejército estaba muy desmoralizado. El coronel Casado se sublevó en Madrid, intentando la negociación de la derrota con Franco, pero éste exigió la rendición incondicional. El 28 de marzo Casado capituló y las tropas franquistas entraron en Madrid y el 30 en Alicante. La guerra acabó el 1 de abril de 1939. Franco estableció su dictadura personal.



Evolución política de las dos zonas durante la Guerra civil.




Zona republicana:




Desde el principio a esta zona le faltó unidad política. El Gobierno de la República, presidido por José Giral, carecía de autoridad. Las milicias obreras y campesinas, armadas, formaron comités con total independencia del gobierno. Estalló una revolución social espontánea, liderada por los sindicatos UGT y CNT,  que realizaron incautaciones y colectivizaciones de servicios públicos, fábricas y tierras. Durante un breve periodo comenzó una indiscriminada represión sobre personas de derechas, terratenientes y curas principalmente, que el gobierno no pudo controlar. El terror popular asustó a la burguesía y desacreditó a los republicanos ante los países democráticos.



Azaña, presidente de la República, encargó a Largo Caballero, secretario de UGT, la formación de un nuevo gobierno de coalición (republicanos, socialistas, comunistas e incluso anarquistas). El gobierno de Largo Caballero (4 septiembre de 1936 a mayo de 1937) emprendió reformas políticas para  recuperar el control y la disciplina. Las milicias fueron militarizadas y se establecieron tribunales populares para frenar la represión indiscriminada. Ante el avance franquista el gobierno se trasladó a Valencia.



Pero no había unidad de acción: centralistas y autoritarios se enfrentaban a regionalistas y libertarios.



Los anarquistas, el trotskista POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista) y el ala radical de la UGT – con Largo Caballero- querían hacer simultáneamente la guerra y la revolución, mientras que los partidos republicanos, la mayoría reformista y moderada del PSOE – con Indalecio Prieto - y el Partido Comunista eran partidarios de un estado republicano fuerte para primero ganar la guerra y  posponer la revolución. El Partido Comunista se había hecho dominante gracias a la ayuda soviética. En mayo de 1937 se enfrentaron en una batalla callejera en Barcelona la UGT, los comunistas y el gobierno de la Generalitat contra los anarquistas y el POUM, que perdieron.

Largo Caballero dimitió. Un nuevo gobierno, presidido por el socialista Negrín, compuesto por socialistas, republicanos de izquierda y comunistas, recuperó el control del Estado, frenó las colectivizaciones y se esforzó por ganar la guerra. Negrín propuso la resistencia a ultranza contra Franco, hasta que se produjese el estallido de la guerra mundial que ya veía próxima. Las derrotas le hicieron perder adeptos, enfrentándose a Prieto y Azaña, partidarios de negociar con Franco. Sólo le apoyaba el PCE. En sus famosos Trece Puntos (mayo de 1938) expuso su programa de negociación con garantías que Franco no aceptó. Finalmente, tras la caída de Cataluña, fue depuesto por el golpe militar del coronel Casado, partidario de desplazar a los comunistas y negociar con Franco. Negrín huyó a Francia.

                              



Bilbao cayó por la traición de un militar vasco, Alejandro Goicoechea, que desertó con copias de los planos de las fortificaciones defensivas de la ciudad.



Las colectivizaciones agrarias, impulsadas por los anarquistas,  se extendieron por  Aragón, Valencia, Andalucía, Castilla La Mancha  y Cataluña.

                              



Zona nacionalista:




La ventaja del bando sublevado frente a los republicanos fue su unidad, simbolizada por la creación de la Junta de Defensa de Burgos, bajo la presidencia de general Cabanellas. Políticamente los nacionalistas carecían de proyecto propio - eran gente de derechas, centralistas y autoritarias a la vez - pero todos tenían claro que su supervivencia dependía de ganar la guerra. El general Franco consiguió que la Junta, reunida en Salamanca, le nombrara jefe del Estado y Generalísimo de los ejércitos el 29 de septiembre de 1936. Franco montó su cuartel general en Salamanca. Tras la muerte de Mola,  poco a poco fue concentrando el poder y edificando su nuevo Estado como una dictadura personal. Para controlar los grupos políticos de los que se nutrían las tropas nacionalistas, carlistas y Falange, los fusionó por el decreto de Unificación (abril de 1937) en un partido único, Falange Española Tradicionalista y de las JONS, (FET y de las JONS), del que se nombró Jefe Nacional, ya que José Antonio Primo de Rivera había sido fusilado en prisión. Se integraran posteriormente en él la CEDA y los monárquicos para evitar enfrentamientos. En enero de 1938 se creó en Burgos el primer gobierno del nuevo Estado, presidido por Franco. En marzo hizo el Fuero del Trabajo inspirado en el fascismo y adoptó el título de Caudillo. La Iglesia católica también apoyó a Franco. El cardenal Gomá, arzobispo de Toledo y primado de España, organizó una Carta colectiva del episcopado español en su apoyo y justificó la guerra como una cruzada contra el comunismo.



En la zona nacionalista se dio una brutal represión general contra republicanos de todo tipo: dirigentes sindicales, líderes políticos, personas de ideología liberal o izquierdista, maestros, votantes de la República, poetas como Lorca, etc. que fueron fusilados sin previo juicio. El terror salvaje se impuso, no de forma indiscriminada, como en el bando republicano, sino organizado desde el poder y bajo la supervisión de la Iglesia, el Ejército y la Guardia Civil. Los militares sublevados utilizaron el terror de forma sistemática para asentar su poder y destruir al enemigo.

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